Saturday, April 16, 2016

T. Jama, Viajes en el tiempo. 11 - 04- 2016

Todo el bendito camino a casa me lo llevé pensando en ti. 

En la forma como me relajaron tus manos. 
En lo inquietante e interesante que eres.
Pero principalmente en tu exquisito aroma varonil. 


Apenas entré en tu mundo, lo sentí. Me atrapó. Me vendí. 

Tu olor, dios! Ese aroma que tiene tu piel me atrajo a ti. 

Te detenías, al parecer, inocentemente, detrás de mi, solo contabas historias tras historias y señalabas fotos de aventuras, y de viajes. 
No tenías idea de lo que me costaba concentrarme en lo que me decías. 

 No entiendo por qué el sonido de tu voz me encendía, y humedecía. 
Voluntariamente me estaba poniendo en bandeja de plata.



Pero que penetrante era tu aroma, me seducía, me drogaba.


Era consciente que cuando hablabas, todas tus palabras buscaban debilitarme,
 y me mantuve fuerte, no sé en que momento me quebré delante de ti. Cuál fue la puerta? Ahh sí, «las necesidades emocionales. »

Inconscientemente tuve que haberte dado una señal,
 y tu atento, como siempre, la notaste en seguida.

Tus manos en mi cintura fue el comienzo de mi perdición. 
El miedo me invadía pero quería saber hasta donde llegarías. 
O hasta donde yo llegaría.

No quería pensar en que no volvería a verte y que no encontraría quien ocupara ese espacio.
La experiencia con la que tus manos me acariciaban, me hacían querer más, 
el calor de tu respiración en mi espalda, lo fuerte que me tenían tus dedos. 
siempre atrapada entre tus manos grandes, entre tus brazos bien definidos. 
El sonido que hacías cuando acercabas tu rostro a mi cabello, era música para mis oídos. 
Hasta ahí llegué.
Sabía que no me detendría.

Y aunque una y otra vez te dije que no, mis palabras no coincidían con lo que mi cuerpo hacía.

La rapidez de tus movimientos me desnudaron dejándome sin fuerzas frente a la furia del momento, momento que quisiste crear en nuestras mentes, uno que tuviera el sello de los dos. Reflejo de un imparable «deseo» que ardía entre tus ojos azules y mi piel canela.

Te acercaste más, y más. A veces lento, a veces fuerte. 
No pude soportarlo, no estoy acostumbrada a tanta energía.

Te aparté de mi. 
Pero volviste y me arrullaste en tu pecho, fuerte, desnudo, caliente.
 Y me sentí protegida. 
Mi corazón tan frío como la noche, queriendo conectarse al tuyo; tal como me lo habías pedido.
Justo ese momento se grabó en mi mente, en mi alma, en mi ser, ese instante, es la marca que dejaste en mi ser, podré olvidar todo, pero nunca, ese momento en tus brazos, el beso en mi frente, tus latidos, y mi deseo de detener el tiempo, por un segundo, un eterno segundo envuelta en tu aroma, atada a tu cuerpo.


Ahora estoy aquí, retrocediendo en el tiempo, vuelvo siete horas atrás. 
Quizá con suerte, te lleve el escandinavo frío o el calor de la costa. 
Quizá no debo gastar mi energía pensando en todo esto.

Quizá la vida me deje verte una próxima vez. 
Quizá nunca lo haga.

Sin embargo, tienes la certeza de que no olvidaré el día en que me abriste la puerta a un mundo nuevo y me obligaste a llevarme parte de ti, conmigo, de regreso a casa.



— Los sueños de Abby.

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